ACERCA DEL SALMO 119: Lámed

"Para siempre, oh Señor,
permanece tu palabra en los cielos.
De generación en generación es tu fidelidad;
Tú afirmaste la tierra, y subsiste.
Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy,
pues todas ellas te sirven.
Si tu ley no hubiese sido mi delicia,
ya en mi aflicción hubiera perecido.
Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos,
porque con ellos me has vivificado.
Tuyo soy yo, sálvame, 
porque he buscado tus mandamientos.
Los impíos me han guardado para destruirme;
mas yo consideraré tus testimonios.
A toda perfección he visto fin;
amplio sobremanera es tu mandamiento."
Salmo 119: 89-96


La palabra del Señor es eterna y Él no olvida lo que ha dicho. Él es eternamente fiel y prueba de ello es que la creación que Él ha establecido sigue subsistiendo.

Toda su creación permanece tal y como Él la ha ordenado y todo está a su servicio, porque la creación reconoce la voz de su creador.

La palabra debe ser nuestro deleite, ya que es ella la que nos fortalecerá en los momentos difíciles, pero no debemos esperar a esos momentos para estudiarla y atesorarla, sino que ella debe ser nuestro banquete diario. Pedro dijo "¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan 6: 68), la palabra es vida para nuestro espíritu, por eso es nuestra necesidad diaria.

No somos nuestros, somos de Él, Él nos ha comprado; "¿o ignoran que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que no son de ustedes? Porque han sido comprados con precio; glorifiquen, pues, a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6: 19-20), por eso nuestra vida es para darle gloria al Señor, no para complacernos a nosotros mismos. "Si, pues, comen o beben, o hacen otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10: 31); "porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Corintios 5: 14-15); "entonces Jesús dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mateo 16: 24).

No importa lo que el enemigo planee hacer para destruirnos, permanezcamos en el Señor y en su palabra, Él es nuestra protección, seguridad y victoria. "Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo, y huirá de ustedes" (Santiago 4: 7).

Todo lo que existe por más perfecto y maravilloso que sea tiene un límite, pero nuestro Dios y su palabra es ilimitado, todopoderoso y va más allá de todo. 

Diana Gutiérrez

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