ACERCA DEL SALMO 119: Chet

"Mi porción es el Señor;
he dicho que guardaré tus palabras.
Tu presencia supliqué de todo corazón;
ten misericordia de mí según tu palabra.
Consideré mis caminos,
y volví mis pies a tus testimonios.
Me apresuré y no me retardé
en guardar tus mandamientos. 
Compañías de impíos me han rodeado,
mas no me he olvidado de tu ley.
A medianoche me levanto para alabarte
por tus justos juicios.
Compañero soy yo de todos los que te temen
y guardan tus mandamientos.
De tu misericordia, oh Señor, está llena la tierra; 
enséñame tus estatutos."
Salmo 119: 57-64


Cada día de nuestra vida debemos reconocer lo mismo que reconoció el salmista, que su porción era el Señor. Él es nuestra herencia, la herencia de la que disfrutamos; "Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; el Señor es su heredad..." (Deuteronomio 10: 9). Hoy nosotros somos esos levitas, esos sacerdotes, y su presencia es lo más valioso que hemos recibido, es nuestro mayor tesoro; por eso para disfrutar de ella debemos hacer el compromiso de guardar su palabra. "El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente" (Salmo 91:1).

Deseemos su presencia más que cualquier otra cosa, Él se acerca a quienes se acercan ante Él con humildad. "Pero Él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes... Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes..." (Santiago 4: 6, 8).

Revisemos nuestra vida a la luz de la palabra y, si algo no anda bien, corrijámoslo. No nos demoremos en cumplir sus mandatos, al contrario, apresurémonos cada día a ello. "Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas" (Josué 1:7).

No importa cuántas cosas envíe el enemigo para destruirnos, mantengámonos firmes en la Palabra y así estaremos protegidos bajo el abrigo del altísimo. "Sean sobrios, y velen; porque su adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar; al cual resisten firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después de que hayan padecido un poco de tiempo, Él mismo los perfeccione, afirme, fortalezca y establezca" (1 Pedro 5: 8-10).

Cualquier momento es bueno para alabar al Señor, de hecho, nuestra boca debe estar continuamente llena de alabanza para Él. "Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca" (Salmo 34:1).

Recordemos que nuestra comunión es con aquellos que también están en comunión con el Padre, "si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1: 7).

El Señor nos muestra su misericordia día a día, y la revela además en toda su creación, que sea Él enseñándonos su Palabra.

Diana Gutiérrez

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