ACERCA DEL SALMO 119: Caf

"Desfallece mi alma por tu salvación,
mas espero en tu palabra.
Desfallecieron mis ojos por tu palabra,
diciendo: ¿cuándo me consolarás?
Porque estoy como el odre al humo;
pero no he olvidado tus estatutos.
¿Cuántos son los días de tu siervo?
¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?
Los soberbios me han cavado hoyos;
mas no proceden según tu ley.
Todos tus mandamientos son verdad;
sin causa me persiguen;
ayúdame.
Casi me han echado por tierra,
pero no he dejado tus mandamientos.
Vivifícame conforme a tu misericordia,
y guardaré los testimonios de tu boca."
Salmo 119: 81-88

El salmista nos muestra un ejemplo de fe en sus declaraciones. Debemos tener claro que si hay algo seguro en nuestras vidas, es que pasaremos momentos difíciles y que aun a veces, a nuestros ojos, las pruebas se van a tornar más largas de lo que esperábamos, pero es allí cuando nuestra fe debe fortalecerse, para confiar y esperar en la palabra de nuestro Señor. "Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo" (Juan 16: 33).

Tal vez lleguemos a preguntarnos "¿hasta cuándo?", pero en ello debemos recordar que las promesas del Señor son seguras, que su palabra se cumple, que sus propósitos son buenos y su voluntad perfecta, y que nuestra decisión debe ser obedecer. "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24: 35).

¡Su palabra es verdad! Cuando entendemos esta declaración, entonces vivimos confiados, nuestro Señor es justo y es fiel. "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?" (Números 23: 19).

En todo momento y en toda circunstancia, nuestra prioridad y nuestro más vivo anhelo debe ser la obediencia a Dios y su palabra. Recordemos las palabras del libro de Eclesiastés capítulo 12, verso 13: Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.

Diana Gutiérrez

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