ACERCA DEL SALMO 119: Pe

"Maravillosos son tus testimonios;
por tanto, los ha guardado mi alma.
La exposición de tus palabras alumbra;
hace entender a los simples.
Mi boca abrí y suspiré, 
porque deseaba tus mandamientos.
Mírame, y ten misericordia de mí,
como acostumbras 
con los que aman tu nombre.
Ordena mis pasos con tu palabra,
y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
Líbrame de la violencia de los hombres,
y guardaré tus mandamientos.
Haz que tu rostro resplandezca 
sobre tu siervo,
y enséñame tus estatutos.
Ríos de agua descendieron de mis ojos,
porque no guardaban tu ley."
Salmo 119: 129-136

Las palabras de nuestro Señor son tan hermosas y maravillosas, que cuando nos acercamos a ellas con sinceridad es imposible que no queden guardadas en nuestro corazón y que no transformen nuestra vida.

Nuevamente la palabra es evocada como luz, Dios es luz y no hay tinieblas en Él (1 Juan 1: 5); es por eso que cuando hemos rendido nuestra vida a Cristo no importa lo mucho o lo poco que sepamos a nivel intelectual, la palabra de Dios revelada por el Espíritu es tan poderosa que cualquier público puede entenderla, ella puede abrirse en toda su profundidad o transformar en su sencillez.

La exhortación de todo este salmo ha sido a amar la palabra y desearla con todo nuestro corazón, la pregunta es ¿con qué intensidad deseas la palabra cada día?

Nuevas son cada mañana sus misericordias para nosotros (Lamentaciones 3: 23), no olvidemos que todo lo que recibimos de su mano es inmerecido y es gracias a su misericordia.

Nuestro corazón debe tener la humildad para someterse a la palabra de manera que ella guíe nuestra vida y que con total sinceridad llamemos a Jesús "Señor", porque Dios está presto para librarnos del mal y  guardarnos en medio de la tentación, pero... ¿qué tan prestos estamos nosotros para obedecer?

Nuestra oración hoy y cada día debe ser que seamos enseñados por el Maestro. La palabra dice que en los últimos días el amor de muchos se enfriará, pero esto no le pasará a un corazón que ame y atesore la palabra, porque su deseo será honrar al Señor, por ello no se volverá indolente frente al pecado y la maldad.

¿Manifiesta tu corazón los mismos deseos que el corazón de Dios?...

Diana Gutierrez

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