Litterae I...
Mi bendito Salvador,
me diste lenguaje y voz
pero a veces es mejor
que escuches mi corazón.
Este corazón que en momentos teme,
que en momentos ríe,
que en momentos llora,
este corazón que sólo ha aprendido
a confiar en ti,
pero que a veces aun de ti desconfía.
¿Sabes qué es lo que más admira él de ti?
tu amor, ese amor que sabe
que en nada y en nadie más podría encontrar,
ese amor que lo ha mantenido vivo
aun en los momentos más difíciles;
y por el cual él aún sueña, ríe
y late con tantas ilusiones,
ese amor que no merecía
y que le diste sin condición.
Perdona por pedirte tanto,
cuando me lo has dado todo,
pero sólo te pido que por favor
hagas cada día más fuertes mis manos,
para que se sujeten a las tuyas,
y así jamás me aleje de tu hermoso amor.
Tú sabes que sin ti no puedo, que sin ti me muero,
que sin ti el miedo se adueña de mis huesos;
tú sabes que sin ti no sueño, que sin ti no río,
que sin ti el frío me congela el cuerpo.
Fuerza, castillo, refugio, cariño y calor mío.
(Julio 13 de 2010)
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