ACERCA DEL SALMO 119: Nun
y lumbrera a mi camino.
Juré y ratifiqué
que guardaré tus justos juicios.
Afligido estoy en gran manera;
vivifícame, oh Señor,
conforme a tu palabra.
Te ruego, oh Señor,
que te sean agradables
los sacrificios voluntarios de mi boca,
y me enseñes tus juicios.
Mi vida está de continuo en peligro,
mas no me he olvidado de tu ley.
Me pusieron lazo los impíos,
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Por heredad he tomado tus testimonios
para siempre,
porque son el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos
de continuo, hasta el fin."
Salmo 119: 105-112
La palabra enseñada por el Espíritu de Dios a nuestro corazón es la luz que nos guía, es más, Jesús dijo que Él es la luz del mundo (Juan 8: 12) y nos dejó a nosotros como luz (Mateo 5: 14). Juan escribe acerca de Cristo diciendo que Él es el λόγος (logos), es decir, la palabra (Juan 1:14), y además lo llama la luz verdadera (Juan 1: 9), por eso la palabra es la luz y esa luz es Jesús.
Antes, sin Él, sin esa palabra, estábamos en tinieblas (Juan 12: 46), pero Cristo vino a iluminar el camino que es Él mismo (Juan 14:6). Él es todo lo que necesitamos, en Él estamos completos, "y ustedes están completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad" (Colosenses 2: 10).
Nuestro compromiso debe ser el ser obedientes a nuestro Señor, como lo declaró Pedro, "es necesario obedecer a Dios, antes que a los hombres" (Hechos 5: 29).
Además, como ya se ha afirmado en este salmo, es la palabra la que da vida y aliento cuando nuestras fuerzas faltan y nuestro corazón llora, y es al Señor a quien debemos ir para que nos enseñe su palabra, de esta manera, lo que haya en nuestra mente y corazón será esa palabra que nos llevará a dar buenos frutos, porque nuestra boca hablará de lo que hay en nuestro corazón. "El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas" (Mateo 12: 35).
Recordemos que no importa lo que enfrentemos, si el señor y su palabra es nuestra habitación, no habrá de qué temer. "Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada" (Salmo 91: 9-10).
Satanás va a buscar tentarnos, como lo hizo con nuestro Señor, pero si estamos firmes en la palabra, no caeremos en esa tentación, porque sabremos que Dios siempre nos da la salida (1 Corintios 10: 13) y que es bienaventurado el que soporta la tentación. "Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman" (Santiago 1: 12).
Nuestro mayor tesoro es la palabra, no busquemos lo material como prioridad, nuestra prioridad es esa sabiduría que viene de lo alto, es Jesús. "Si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios" (Proverbios 2: 4-5)
Que cada día de nuestra vida sea un constante caminar en la palabra, deleitándonos en ella y obedeciéndola.
"¿No saben que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno sólo lleva el premio? Corran de tal manera que lo obtengan" (1 Corintios 9: 24).
Diana Gutierrez
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