ACERCA DEL SALMO 119: Mem

"¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
Me has hecho más sabio que mis enemigos
con tus mandamientos,
porque siempre están conmigo.
Más que todos mis enseñadores he entendido,
porque tus testimonios son mi meditación.
Más que los viejos he entendido,
porque he guardado tus mandamientos;
de todo mal camino contuve mis pies, 
para guardar tu palabra.
No me aparté de tus juicios, 
porque tú me enseñaste.
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
más que la miel a mi boca.
De tus mandamientos he adquirido inteligencia;
por tanto, he aborrecido todo camino de mentira".
Salmo 119: 97-104


¿Amamos la palabra de Dios?...

El salmista expresa su amor por ella y el resultado es que la medita todo el día. Amemos esa sabiduría, esa palabra de vida, para que ella sea nuestra meditación diaria y, en todo momento, nuestra guía y fortaleza. "Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor del Señor, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia" (Proverbios 2: 1-6).

Esta palabra nos hace sabios para la salvación (2 Timoteo 3: 15), cuando estamos sometidos a ella, Satanás huye. "Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo, y huirá de ustedes" (Santiago 4:7).

No nos hace sabios estudiar muchas cosas, sino meditar y practicar todo el tiempo la palabra de Dios. "Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres" (1 Corintios 1: 25).

No nos hace sabios simplemente conocer la palabra, sino obedecerla. "El principio de la sabiduría es el temor del Señor; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza" (Proverbios 1: 7).

La palabra nos guarda de malos caminos. Debemos pedirle al Señor que Él mismo nos enseñe por medio de su Espíritu, porque así no nos apartaremos de su Palabra ya que esta habrá sido revelada a nuestro corazón. "Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará; te preservará la inteligencia, para librarte del mal camino, de los hombres que hablan perversidades..." (Proverbios 2: 10-12).

Los mandamientos del Señor nos proveen inteligencia y no permiten que caigamos en engaño. "Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará" (Proverbios 4: 5-6).

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
más que la miel a mi boca.

Diana Gutiérrez

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