ACERCA DEL SALMO 119: Sin
pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.
Me regocijo en tu palabra
como el que halla muchos despojos.
La mentira aborrezco y abomino;
tu ley amo.
Siete veces al día te alabo
a causa de tus justos juicios.
Mucha paz tienen los que aman tu ley,
y no hay para ellos tropiezo.
Tu salvación he esperado, oh Señor,
y tus mandamientos he puesto por obra.
Mi alma ha guardado tus testimonios,
y los he amado en gran manera.
He guardado tus mandamientos y tus testimonios,
porque todos mis caminos están delante de ti."
Salmo 119: 161-168
Aun cuando estemos siendo atacados injustamente, nuestro corazón no puede olvidar la palabra que nos enseña a amar, perdonar, esperar, a no vengarnos y aun a no defendernos en nuestras fuerzas, porque el Señor es el que pelea por nosotros, además todo lo que Él permite tiene un buen propósito para nuestras vidas. "No paguen a nadie mal por mal; procuren lo bueno delante de todos los hombres" (Romanos 12: 17).
La iluminación de la palabra del Señor a nuestro corazón debe ser nuestra gran alegría, más que cualquier otra cosa en el mundo, saber que el Señor nos está hablando, eso debe llenarnos y alegrarnos. "Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo" (Hebreos 8: 10).
Al igual que nuestro Padre es Padre de verdad y odia la mentira, nosotros tampoco podemos tolerar la mentira, es más, si amamos la palabra de Dios, como efecto de ello odiaremos la mentira. ¿Realmente odias la mentira y tu vida está limpia de ella?
El salmista nuevamente exalta la justicia y la palabra del Señor y declara que lo alaba durante el día por ello, así mismo nuestra vida debe ser una vida de alabanza al Señor.
Jesús dijo que nos daba la paz que el mundo no podía dar y esa paz se manifiesta en nosotros a medida que conocemos y amamos la palabra; si andamos en ella, andamos en luz (Juan 16: 3).
La obediencia trae bendición, siempre es así, y ya que el salmista estaba seguro de estar en obediencia ante el Señor, entonces esperaba tranquilamente la bendición de la salvación del Señor.
Recordemos que el primer mandamiento es amar al Señor, ese amor siempre irá acompañado de obediencia, porque el amor se manifiesta en hechos y ante Dios nada podemos ocultar, frente a Él nuestra vida y corazón están al desnudo; "si me aman, guarden mis mandamientos" (Juan 14: 15).
Al igual que nuestro Padre es Padre de verdad y odia la mentira, nosotros tampoco podemos tolerar la mentira, es más, si amamos la palabra de Dios, como efecto de ello odiaremos la mentira. ¿Realmente odias la mentira y tu vida está limpia de ella?
El salmista nuevamente exalta la justicia y la palabra del Señor y declara que lo alaba durante el día por ello, así mismo nuestra vida debe ser una vida de alabanza al Señor.
Jesús dijo que nos daba la paz que el mundo no podía dar y esa paz se manifiesta en nosotros a medida que conocemos y amamos la palabra; si andamos en ella, andamos en luz (Juan 16: 3).
La obediencia trae bendición, siempre es así, y ya que el salmista estaba seguro de estar en obediencia ante el Señor, entonces esperaba tranquilamente la bendición de la salvación del Señor.
Recordemos que el primer mandamiento es amar al Señor, ese amor siempre irá acompañado de obediencia, porque el amor se manifiesta en hechos y ante Dios nada podemos ocultar, frente a Él nuestra vida y corazón están al desnudo; "si me aman, guarden mis mandamientos" (Juan 14: 15).
Diana Gutierrez
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